stablecer y alcanzar las metas para los objetivos y KPI tiene que ver tanto con el corazón como con la cabeza.
Los objetivos y KPI, que son una disposición casi matemática de “medida de rendimiento”, hablan alto y claro a la cabeza. No le dicen nada al corazón. Lo que hace que un KPI hable al corazón es un lenguaje más emocional que cuente historias convincentes del futuro.
Un objetivo para “beber 8 vasos de agua todos los días” habla a la cabeza. Pero el objetivo de “beber 8 vasos de agua cristalina, fresca, limpiadora y con gas todos los días, para sentirse alerta e hidratado” es mucho más convincente.
Los objetivos que solo hablan a la cabeza pueden dejar a las personas desconectadas, aburridas o incluso cínicas. Pero los objetivos que se articulan junto con una razón de ser vívida y sensorial pueden desencadenar curiosidad, emoción y pasión. Son las emociones las que mueven a las personas hacia los objetivos.
Las personas deben verse a sí mismas en los esfuerzos que persiguen, o no los buscarán. Los objetivos impuestos desde arriba, establecidos sin la participación de quienes deberían perseguirlos, están condenados al fracaso.
Cuando las personas pueden ver que, al perseguir un objetivo para la organización, también se beneficiarán personalmente de él, hay motivación. Esto significa alinear el objetivo con uno de sus objetivos personales. O involucrarlos en el diseño del objetivo en sí. Entonces, los objetivos pueden desencadenar compromiso, y acelerar el progreso hacia el cumplimiento.
Hay una cita de Deming que es muy relevante para apreciar la importancia de los compromisos:
“¿Cómo podría haber vida sin objetivos y esperanzas? Todo el mundo tiene metas, esperanzas, planes. Pero una meta que está más allá de los medios de su logro conducirá al desaliento, la frustración y la desmoralización. En otras palabras, debe haber un método para lograr un objetivo”. — W. Edwards Deming, The New Economics 2nd Edition, The MIT Press, 1994.
Los objetivos sin medios para ser alcanzados fácilmente desencadenan miedo al fracaso, frustración y agobio. Y cualquier motivación que se sienta para perseguir tales objetivos se desvanece rápidamente.
Pero los objetivos que están diseñados iterativamente con ideas preliminares sobre cómo alcanzarlos, desencadenan más fácilmente la confianza, la fe y la curiosidad para perseguirlos.